Retorno

Hoy estuve pensando,no se muy bien porqué en el tema del volver.
Si en literatura la metáfora del viaje es sabrosa, lo es más el retorno.

Hay muchos retornos.
Retorno al pasado,
retorno al trauma,
retorno a la vida,
retorno a la tierra
retorno al amor
retorno al trabajo
retorno a casa
retorno al dolor
retorno al camino.

Me parece que todo retorno tiene carácter de esperanza. Supone un viaje, un "ir" escondido del que se traen amores, pensamientos, rabias, etc. Y el retorno es siempre retorno para algo. Hay un para qué del volver. ¿Por qué se vuelve? No sólo porque existe un "se fue", sino también porque volver cierra un camino que abre otros nuevos, siempre abre otros nuevos. Y ahí stá esa porfiada esperanza.

Y, de algún modo, todo retorno es siempre retorno a uno mismo. A eso que hubo que esconder, eso que hubo que guardar, eso que estaba escondido.

Y sí, aquí también estoy hablando del retorno de lo reprimido.
Pero no es tan importante

Prefiero pensar, por ejemplo, en el retorno a la madre, al cuidado, el cariño.
O el retorno de la justicia, luego de la masacre.

Y pensando en esto, me acordé de una canción de illapu que alguna vez me supe de memoria, con todas las voces incluídas.
Es muy buena.


Vuelvo, Vida vuelvo ...

Vuelvo a casa, vuelvo compañera.
Vuelvo mar, montaña, vuelvo puerto.
Vuelvo sur, saludo mi desierto.
Vuelvo a renacer, amado pueblo.

Vuelvo, amor vuelvo. A saciar mi sed de ti
Vuelvo, vida vuelvo, a vivir en ti país.

Traigo en mi equipaje del destierro,
Amistad fraterna de otros suelos.
Atrás dejo penas y desvelos,
Vuelvo por vivir de nuevo entero.

Vuelvo, amor vuelvo. A saciar mi sed de ti.
Vuelvo, vida vuelvo, a vivir en ti país.

Olvidar por júbilo no quiero,
El amor de miles que estuvieron
Pido claridad por los misterios,
Olvidar es triste desconsuelo.

Vuelvo, amor vuelvo. A saciar mi sed de ti.
Vuelvo, vida vuelvo, a vivir en ti país.

Bajo el rostro nuevo de cemento,
Vive el mismo pueblo de hace tiempo,
Esperando siguen los hambrientos,
Más justicia, menos monumentos.

Vuelvo, amor vuelvo. A saciar mi sed de ti.
Vuelvo, vida vuelvo, a vivir en ti país.

Vuelvo, vuelvo, vuelvo, vuelvo, a vivir en ti país.
Vuelvo, vuelvo, vuelvo, vuelvo, a vivir en ti país.
Vuelvo, vuelvo, vuelvo, vuelvo

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posteado por Pato.M. @ 12:30 a. m., .


Algo así como mi identidad profesional

Hoy fui a la Radio de la UC a hablar sobre "Violencia en el pololeo". Me invitó una ayudantada de Periodismo que daba su examen con el programa. Necesitaban alguien a quien entrevistar. El programa es para mujeres, dan consejos de moda, horóscopo, ropa, etc. Cuando llegué estaban hablando de los vestidos para las fiestas de graduación, matrimonio, titulación, etc. Me hicieron pedir una canción de Amy Winehouse.

Ayer, en grupo de estudio de Lacan, a propósito del concepto de hiancia y el sujeto de la certeza, conversamos sobre la posibilidad de hablar en lo que voy a llamar "el lenguaje de la pregunta", en el programa al que me habían invitado. "Juégatela wn, no te vendai", "apuesto que querís que te inviten de nuevo". Eran las frases que iban dirigidas a la idea de hacer pensar a las entrevistadoras y los radioescuchas sobre el fenómeno de la violencia, y en lo general, sobre el sr humano.
Me hubiera encantado plantear preguntas como estas:
- ¿Cómo puede explicarse que exista la agresión en el ser humano?
- ¿Cómo puede entenderse que el dañar a otro sea algo que el otro acepte?
- ¿Porqué cuando se habla de agresión nos referimos al aparato psíquico y cuando se habla de agresión nos referimos al plano social-político? ¿Será que el término "Violencia intrafamiliar" o "Violencia en el pololeo" representa una politización moral de la agresión psíquica?
- ¿Por qué la gente se empareja? ¿Por qué las mantienen? ¿Por qué la agresión se da ahí, de forma más corriente? ¿Es posible encontrarse verdaderamente con otro? ¿Qué lugar juega la agresión en la vida de una pareja?

Pero bueno. En la reunión del grupo de estudio pensé en que, antes de optar por el sujeto -es decir, por algo así como el inconciente sin lógica, aquello donde la objetividad cae y donde sólo tiene lugar la perplejidad y el balbuceo- debía ambientarme en el lugar donde me estaban invitando.
Suena obvio, pero no lo es tanto.
Digo ambientarme, porque es importante darse cuenta de dónde estamos: el lugar que tiene el psicólogo en la sociedad y en las creencias de las personas, la situación de entrevista en los medios de comunicación, la mercantilización de esos medios, y la gente que -a pesar- escucha y consume información.
Me plantié la posibilidad de, antes de abrir preguntas, era mejor abrir misterios, con informaciones precisas. No sé si lo habré logrado. Me propuse decir lo que cualquier psicólogo diría en una entrevista sobre Violencia en el pololeo en un programa para mujeres donde la entrevista duraba 15 minutos, con una canción en medio y una profesora evaluando a mis entrevistadoras. Lo clásico, sin dejar de apuntar hacia otro lugar, ese lugar de lo misterioso, y, por lo menos, interesante.

Así, quería decir:
- Que la violencia es una situación de injusticia de una persona hacia otra, y que se articula generando patrones de interacción violentos, donde no sólo la violencia física es la que se ejerce (si bien es la más visible, impredecible y dolorosa), y donde no sólo la ejercen los hombres, sino que es una incapacidad para resolver los problemas con palabras, dond la manipulación, los celos, los interrogatorios, la privación de relación sexual, son ejercidos por ambos sexos, a diferencia de la relación de violencia en el matrimonio.
- Que la violencia en la pareja es un problema mundial, y que tiene bases en las creencias rígidas en rígidos roles sexuales, donde el hombre es el que puede hacer uso del poder y control de la pareja, es el que se preocupa de mantener el hgar, y donde la mujer debe cuidar a los niños.
- Que si bien bien no hay investigaciones que revelen la relación directa entre haber sido maltratado y convertirse en mltratador, los psicólogos sí sabemos que los contextos de violencia en la cultura, las instituciones, los barrios y la familia generan comportamientos violentos en las personas que están formando su madurez emocional, ya sea por simple imitación o por la adopción de un patrón relacional que viene a convertirse en la forma uqe tiene la pareja de resolver los problemas.
- Que en la pareja la violencia cumple una función, y que por eso es difícil erradicarla: viene a ser el síntoma de otra enfermedad, una solución de compromiso que soluciona cuiertas cosas en la pareja, o que permite no conversar ciertos temas, o que es la única posibilidad de que uno de los miembros de la pareja tiene de comunicar algo.
- Que las supuestas "causas de la violencia", como los celos, el alcohol, las salidas de uno y los interrogatorios de otro, no son causas, sino manifestaciones de otro conflicto, y que más bien, vienen a agravarlo. Apagar el incendio no asegura que no se vuelve a prender de nuevo.
- Que la posibilidad de conversar las diferencias en la pareja, y la posibilidad de hablar los conflictos propios que se reeditan en la relación de pareja, es una vía para la solución de la violencia, pero también la posibilidad de hacerse persona, es decir, de entender la propia historia y la del otro, y participar de ella con libertad y flexibilidad.
- Que ante la violencia en la pareja había que pedir ayuda, y no confiar en que con el matrimonio se solucionaban los conflictos, porque, de hecho, dadas la mayor intimidad, se agravaban.
- Que encontrarse con otra persona es difícil y un trabajo de años, y que supone un esfuerzo psíquico importante por tolerarse y tolerar la diferencia del otro.

Dije más o menos la mitad de todo esto. La primera razón es porque el tiempo se me hizo nada; y la segunda es porque me puse nervioso. Mientras hablaba y respondía sólo tangencialmente las prácticas preguntas de las entrevistadas, intentaba poner algunos de estos temas, los más interesantes, movilizadores. Pero las entrevistadoras me miraban con cara de que les estaba diciendo cosas muy nuevas, tenía el micrófono al frente (era enorme) y me decían instrucciones por unos audífonos de adolescente que me hicieron ponerme en las orejas (instrucciones que me esforcé por ignorar).

Ya durante la conversación con mi grupo de estudio, me plantié la idea de que, cuando se trata de mi práctica profesional, de mi modo de de ser profesional, pesa más la salud mental que el sujeto, es decir, lo inacabado. Si para hacer que alguna mujer víctima y protagonista de violencia en su pololeo pensara en el tema, llegara a su casa y lo buscara en internet, le contara a alguna amiga de la violencia (que se suele esconder), si para que algo de eso ocurriera tenía que hacer psicoeducación, es decir, educación sobre psicología, sobre el yo, sobre esa ficción que ficciona la vida y que se tropieza sin parar y sin dejar de esconderlo, no cabía duda que había que hacerlo.

Me planteo aquí que, ante todo, mi práctica es una práctica de ética profesional, donde la salud mental juega un papel fundamental, y que articula a todos los elementos de mi identidad profesional. O por lo menos así quiero que sea.

¿Cómo no conmoverse con el sufrimiento del otro? ¿Cómo no sentir la angustia propia del que escucha tragedias, como la violencia en una pareja? ¿Cómo no saber qué hacer con eso?

Aquí el escepticismo, la pulcritud, la tragedia e incluso lo misterioso de la pregunta no cumple otra función que la de mantener una condición de enfermedad mental en los miembros de la pareja. Y eso es aplicable a todo tipo de patología, donde ya enunciar esa palabra implica una aproximación al norte de la cura. Los seres humanos somos humanos, y no hay nada que hacerle, menos mal.

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posteado por Pato.M. @ 11:25 p. m., .